
El apóstol Pablo escribió a la Iglesia de Éfeso » Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. (Efesios 5:14-17).
La Biblia agota el lenguaje de expresiones de fugacidad para describir la corta duración de la vida. A veces se compara como una sombra (1° Crónicas 29:15), otras como un pensamiento (Salmos 90:9), Job la asemeja a un soplo (Job 7:7); por su parte Santiago la iguala a una neblina (Santiago 4:14) y el apóstol Pedro la describe como la flor de la hierba que se seca y cae (1 Pedro 1:24).
Y es que, si hay algo incierto es el tiempo en que viviremos en esta tierra; la Biblia menciona en Salmos 90:10 que los días de nuestra edad son setenta años y si en los más robustos son ochenta años, con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, porque pronto pasan, y volamos.
Siendo generosos, supongamos que viviremos 80 años. Primero debemos descontar nuestra edad actual, así sabremos cuantos años nos quedan por vivir. Pero aún de esa cifra, debemos restar el tiempo que invertiremos durmiendo, trabajando en un empleo secular, en obligaciones necesarias, en enfermedades e indisposición.
Si tu tuvieras un banco que acreditara a tu cuenta cada mañana con Q.86,000 quetzales que no llevará ningún saldo al otro día, y que no te dejaba guardar nada de efectivo en tu cuenta y cada noche se cancelará aquella parte de la cantidad que no usaste durante el día… ¿qué harías? ¡Sacar cada quetzal cada día, por supuesto, y usarlo a tu ventaja!
Pues, tú tienes un banco así y se llama TIEMPO. Cada mañana se te acreditan 86,400 segundos. Cada noche registra como pérdida cualquier cantidad de él lo que fallaste en invertir a un buen propósito. No añade ningún saldo del restante del día anterior. Cada día abre una nueva cuenta contigo. Si fallas en usar el depósito de ese día, es tu pérdida. No se puede regresar. No hay crédito para mañana. Salmos 90:12 – «Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, Que traigamos al corazón sabiduría.
Por su parte el libro de Eclesiastés 3:1-8, dice “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora”, en esta vida todo tiene su momento; hay un tiempo para todo. Tiempo de nacer y tiempo de morir (v. 2), abarca los dos extremos de la vida humana. Entre ellos podemos incluir todas las experiencias de la vida. Luego enumera 14 pares de acciones contrarias (v. 2-8). Esta enumeración no pretende ser exhaustiva, pero abarca prácticamente la totalidad de las acciones que los seres humanos se ven inclinados o forzados a realizar durante su vida (entre los límites de su nacimiento y de su muerte: v. 2).
Ciertamente, la vida del hombre está compuesta de penas y alegrías, de trabajos y descansos, de fracasos y triunfos. Obtener triunfos sin fracasos haría del hombre un ser carente
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de humildad; y padecer fracasos sin ningún triunfo de la vida sería una miseria infinita. Lo que caracteriza el trabajo del hombre es que cada cosa tiene su tiempo.
Como esos tiempos los fija Dios, la sabiduría del hombre consiste en ponerse en sintonía con Dios para saber qué hacer en cada caso. Dios lo ha dispuesto todo, el hacer esto y el hacer aquello, cada tarea tiene su tiempo propicio, cada experiencia humana su razón de ser.
En el día del bien, goza del bien; y en el día del mal, considera que Dios hizo tanto lo uno como lo otro… (7:14). Alguien escribió en cierta ocasión “Hoy es tiempo de reír, río con gratitud a Dios; mañana, si es tiempo de llorar, lloraré con esperanza en Dios”.
«El tiempo es escaso y es valioso (precioso), y es tiempo de dejar de malgastarlo en actividades y rutinas sin sentido. Efesios 5:14-17 – » Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. «Tenemos que decidir: ¿Vamos a movernos hoy o vamos a esperar para el día de mañana? Nadie puede asegurar que vendrá mañana o que vendrá una segunda oportunidad. ¡Lo que vas a hacer, hazlo hoy! Y que todo lo que hagamos glorifique el nombre de Dios.
Lic. Erick Chiapas / SETEGUA
APROVECHANDO BIEN EL TIEMPO