Cuando Cristo hace un llamado a seguirle, nos está haciendo un llamado a hacer un discípulo. Ser un discípulo en la antigüedad, significaba comprometerse con un líder, imitar su vida y transmitir sus enseñanzas.
Es por ello que debemos amar a Cristo por encima de cualquier persona. Por más que seamos amados por nuestros conyugues, hijos o padres, ninguno de ellos tenía la capacidad de entregarse en sacrificio y pagando nuestra deuda delante de Dios, nadie pudo haber redimido nuestras almas, solamente Cristo.
Jesús nunca nos pediría algo que no fuese necesario, tampoco nos pediría algo que él no estuviese dispuesto a hacer, él fue rechazado por su propia familia por causa del evangelio.
La familia es la base de la sociedad, es el círculo más cercano que posee cada individuo. Ellos realmente nos conocen y serían los primeros testigos de que ya no somos los mismos. Cuando venimos a Cristo recibimos una nueva naturaleza.
Dios puede escudriñar nuestra mente y nuestro corazón (Ap. 2:23). Puede ser que tengamos algún ídolo, algo que esté tomando su lugar, pueden ser nuestros propios planes y deseos. Dios no va a cumplir nuestros sueños, lo que él va a cumplir es su propósito en nosotros.
Pero Dios ha mostrado su amor al darnos el medio de la salvación: Juan 3:16 (LBLA) 16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna.
El modelo a seguir es Jesús, la obediencia a Dios es muy importante en nuestro crecimiento espiritual, recordemos que nunca nadie llegará a santificarse lo suficiente hasta el grado de obedecer siempre la ley, pero podemos honrar y mantener la obediencia a Dios reflexionando o meditando acerca de las palabras de Jesús.
Dios es quien nos ha escogido y ha puesto dones y talentos en nosotros, el momento en que Dios nos llama es el momento preciso para actuar, confiando en que el va delante de nosotros, abriendo caminos y dotándonos con su Espíritu para que en su nombre logremos cumplir con su propósito para nuestras vidas.
Al morir, ¿A dónde irá su alma?