¿Cuantas veces hemos recibido noticias inesperadas? Vienen de todos tamaños, formas y no respetan muchas veces nuestras agendas. Muchos de estos sucesos nos hacen subir a una montaña rusa de emociones que nos dominan y varias veces nos descomponen.
Jesús más que exponer sus faltas fue a la raíz de su dolor, vio ese corazón deshidratado que buscaba amor en lugares equivocados que la volvían a secar, y le mostró la fuente de toda paz y toda esperanza.
Dios ha visto su dolor, su situación, esas lágrimas que corren sin esperanza, deje de buscar llenar su corazón en lugares donde le desgastan y secan cada día más. ¿Se acostumbró a sufrir?
Se ha puesto a pensar por un momento como nos cambió la vida en un abrir y cerrar de ojos, fue en un instante donde todo empezó a complicarse, pero retrocede por un momento conmigo en el tiempo, recuerda que hace unos meses atrás planeábamos nuevos proyectos, actividades, reuniones. Nada de lo que estamos viviendo estaba planificado en nuestras ocupadas agendas (en la mía no). ¡Todo cambio en un instante!
¿Noches sin dormir? ¿Preocupaciones sin resolver? ¿Miedo? ¿Ansiedad? Cuantas veces hemos recibido noticias inesperadas que nos hacen perder el control de la vida, de las situaciones y sentimos que por más que hacemos, no logramos nada. Y es en esos momentos donde nos encontramos en una caída libre de emociones destructivas, pensamientos, palabras, actitudes, temores al máximo nivel…
Una de las cosas que me costo al iniciar una relación con Dios era el rendirme. Siempre tuve la idea que ser cristiano era sinónimo de ser débil, y este concepto incremento cuando empecé a lograr muchas cosas en mi vida, abracé la idea que yo podía solo, que cualquier cosa que pasara yo tenia la inteligencia para enfrentarla, cualquier situación difícil y así empezó mi caída en el abismo del egocentrismo, del dolor y del odio.
Sin duda hemos vivido tiempos donde hemos sido limitados en nuestra libertad y sometidos a cambiar nuestras agendas que incluían viajes, proyectos, estudios, citas etc… y en algunas ocasiones hemos dicho o pensado ¿Hasta cuando estaremos así? ¿Volveremos a la normalidad?
Cuantas veces ha recibido noticias inesperadas que le sacuden, que le hacen sentir que ha perdido el control, se siente sin esperanza, sin dirección y tiene la sensación de caer a un vacío sin final, en ese momento siente una presión en su pecho que le paraliza. Su visión se nubla, el corazón cae en pedazos y la esperanza se derrumba… ¿Ha estado ahí? Todos en algún momento de nuestras vidas hemos estado en ese lugar, donde nos sentimos como anestesiados de dolor y nos llevamos las manos a la cabeza y nos preguntamos ¿Qué voy a hacer? ¿Qué va a pasar? ¿Cuándo terminara este dolor?…
En el mundo siempre enfrentaremos problemas, los cuales nos pueden servir como sofá o trampolín, son nuestras decisiones las cuales determinan el final de las mismas.
Cuando Cristo hace un llamado a seguirle, nos está haciendo un llamado a hacer un discípulo. Ser un discípulo en la antigüedad, significaba comprometerse con un líder, imitar su vida y transmitir sus enseñanzas.
Sucesos Inesperados