
Llamamiento a la santificación
La voluntad de Dios es que vivamos una vida santificada.
1 Ts. 4:3-7: Pues la voluntad de Dios es vuestra santificación… Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación.
Ser santificado quiere decir ser apartado por Dios para Dios, La vida santificada no quiere decir sin pecado, pues no hay tal cosa que una persona sin pecar mientras estemos en estos cuerpos mortales; vivimos en un mundo pecador vil y malvado que se opone a las cosas de Dios, al pueblo de Dios y al mismo Dios. Así que la santificación no quiere decir vivir sin pecado, sino simplemente andar con Dios, separado para Dios.
Llegar a un lugar en la vida en la cual sabemos que Dios nos ha hablado, sabemos que somos salvos, que hemos respondido a su llamamiento y no hay duda de nuestra seguridad eterna, sabemos que somos hijos de Dios. Pero Dios no está satisfecho solo con la salvación, quiere una vida santificada, una vida piadosa, quiere que andemos en la presencia del poder y reconocimiento del Espíritu Santo en nuestras vidas a fin de que Dios pueda expresar su naturaleza divina por medio de nosotros.
Él jamás estará satisfecho con el 50, 75, o 95 por ciento de nosotros, Él desea el 100 por ciento de nosotros. Dios nos llama una vida de santificación, y aunque la santificación es un evento único, también es un evento continuo, porque ninguno vivirá una vida absolutamente perfecta, la vida santificada no es una vida que nunca falla, que nunca comete errores, sino la vida, el corazón inclinado hacia Dios, la vida que suspira por Él, que lo desea, que lo ama, que está dedicada a Él.
¿En que consiste la gracia de Dios? la declaración de Dios es: Yo se que no serás perfecto, se que no puedes ser perfecto, mi gracia se hace cargo de tu pecaminosidad, eso no nos da licencia para pecar, sino motivación para andar piadosamente delante de Él, a contemplar la cruz y reconocer el precia que Jesucristo pagó por el perdón de mi pecado, como podría estar satisfecho viviendo en desobediencia y puesto que es nuestro Salvador, Señor y Dueño. Debemos vivir en la tierra con una mente celestial.
Llamamiento al servicio
Efe. 2:8-10 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.
Pablo uso el término “andar” para referirse a nuestro estilo de vida, y nuestro estilo de vida en sí es que somo “siervos de Dios”, yo no soy más siervo de Dios que usted, lo único es que yo tengo este rol y usted tiene el suyo, no hay tal cosa como un don sin importancia. Él nos ha dado a cada uno un don espiritual con el cual nos ha equipado con el fin de que hagamos bien lo que nos ha ordenado, no importa lo que Él nos ha mandado a hacer, lo haremos bien si dependemos del Espíritu Santo
Una cosa es tener una vocación, pero servir al Señor es muy distinto, eso comienza con mi actitud, comienza con la manera en que gasto e invierto mi vida. Si vivimos la vida cristiana y por alguna razón se la guarda para sí, y no se entrega para servir al Dios viviente, de alguna manera la habrá desperdiciado, le costará por ahora y le costará por el resto de la eternidad.
Hoy en día usted es salvo porque Dios le escogió, le escogió con un propósito, Él le ama, desea lo mejor para usted, a planeado lo mejor para usted, dicho llamamiento no afectara solo esta vida, sino que también la vida venidera, nos afecta aquí y ahora, afecta nuestra vida también en el cielo. Si una persona dice: basta con que ya sea salvo, pues es todo lo que me importa, al leer sobre la recompensa en primera de Corintios 3 y comparecer en el juicio, creo que pensaremos muy bien antes de conformarnos con eso. Cada día que vivimos lejos de la voluntad de Dios perdemos mucho, por ahora perdemos bendiciones y más tarde recompensas.
Debemos tener presente que los llamamientos de Dios son serios “Dios nos llamó con llamamiento santo”, recordemos que “el llamamiento de Dios es cuando Dios toma la iniciativa para captar nuestra atención enviándonos un mensaje personal y especial, un mensaje especifico en cuanto a su voluntad, propósito y plan para alguna decisión o acción que debemos tomar.” El llamamiento de Dios es un asunto serio, y es el más importante para nuestra vida, el llamamiento divino es llamamiento con propósito.
Tres preguntas que debemos contestarnos: ¿Ha respondido usted al llamamiento en cuanto a su destino eterno, el llamado a salvación? ¿Esta dispuesto a responder al llamamiento de su estilo de vida? El llamamiento de Dios también es irrevocable, irreversible, primordialmente nos llama por medio de su Palabra, quizás por un mensaje, un pasaje que leemos, el testimonio de una persona, Dios usa todo tipo de circunstancias para enviar un mensaje poderoso a nuestra vida de que Él nos habla, que quiere que hagamos algo, todo lo que me ha mandado a hacer, lo que demanda de mí, debe ser lo mejor porque esa es la naturaleza de Dios.
Está dispuesto a decirle a Dios: Dios mío desde esta hora quiero seguir tu camino en mi vida, quiero andar en obediencia delante de Ti, quiero ser la persona que quieres, no quiero desperdiciar mi vida un día más, no quiero atrasarme ni excusarme, desde hoy deseo una transformación en mi forma de pensar, quiero ser la persona piadosa que Tu quieres que sea.
Si está presente aquí sepa que Dios le ha llamado a un área de servicio, estará dispuesto a decirle a Dios:
“Padre aquí estoy, a donde quieras enviarme, lo que quieras hacer en mi vida, o lo que quieras hacer por medio de mí, la respuesta desde este momento es Sí, sí al Dios Santo, sí al Salvador Amante, Sí al poder habilitador del Espíritu Santo.
-Lic. Erick Chiapas / SETEGUA
CUANDO DIOS LLAMA (parte 2)