
«No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa. El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí.» Mateo 10:34-37
Al venir Jesucristo a esta tierra, evidenció con su luz, la obscuridad en que se encontraba la humanidad. Jesús no vino a aprobar el pecado ni la maldad de los hombres, él vino a mostrarles que estaban muertos espiritualmente, pero al hombre no le gusta que le muestren que está en el error, por lo tanto esto traería división entre los que le recibirían y los que le rechazarían. Su enfrentamiento con el reino de maldad, resultó en la división de los que siguen las tinieblas y los que siguen la luz.
➢ Juan 8:12 Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
➢ 2 Corintios 6:14b Porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?
➢ 1 Pedro 2:9 Más vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable.
¿Y dónde se evidenciaría esta división? Principalmente dentro de la familia. Recordemos que para el pueblo de Israel, era imprescindible cumplir la ley y mantener sus costumbres judías, pues a través de ellas conservaban sus raíces. Por tanto, todo aquel que se salía de judaísmo era considerado un pagano y era visto como un traidor de su nación, por lo que, se convertía en objeto de burla, de rechazo, era desheredado, desterrado, perseguido e incluso muerto por su propia familia, quienes se volvían sus enemigos más acérrimos. Incluso el divorcio era obligatorio, cuando uno de los conyugues se había hecho hereje o dejaba de profesar el judaísmo. Enfrentar el conflicto familiar para un judío del primer siglo era inevitable.
La familia es la base de la sociedad, es el círculo más cercano que posee cada individuo. Ellos realmente nos conocen y serían los primeros testigos de que ya no somos los mismos. Cuando venimos a Cristo recibimos una nueva naturaleza, la cual nos hace aborrecer el pecado, buscar la pureza moral, cambiando nuestra conducta, por lo que no podríamos seguir viviendo el mismo estilo de vida pecaminoso de los que están en oscuridad. Al vivir este nuevo estilo de vida, evidencia el estado de pecado de los que nos rodean, confrontándolos con su maldad, redundando en una división de relaciones.
➢ 1 Pedro 4:4 A ellos les parece extraño que ustedes ya no corran con ellos en ese mismo desbordamiento de inmoralidad, y por eso los insultan.
Debes ser luz en tu familia