
Dios me ha dado la dicha de ser padre de dos preciosas hijas. Ahora que son mayores de edad, hago un viaje al pasado y agradezco a mi Dios por todo lo que nos ha permitido vivir a ellas y a mí como padre e hijas. Recién nacidas, las tomé en mis brazos y las arrullé con amor. Cuando dieron sus primeros pasos, estuve con ellas cuidándolas. Luego, llegó el tiempo de asistir a la escuela etc. ¡Han pasado los años! Ahora, ya toman sus propias decisiones; sin embargo, aún tenemos un tiempo de actividades familiares que estrechan el lazo de amor que nos une.
¡Ah, el tiempo! Ese lapso de 86.400 segundos al día que Dios nos regala. Se pierde cuando se tiene y se lamenta cuando se pierde. Así de irónica es la vida (por no decir nuestras decisiones). ¿Ya se dio cuenta que podemos tener más dinero, pero no más tiempo? ¿Es usted de las personas que pierde el tiempo o está dispuesto a aprovechar el que aún le queda por delante y provocar cambios en su vida, matrimonio e hijos?
Eclesiastés capítulo 3 versículo 1 dice:
Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.
Seamos sabios y volvámonos a Dios en arrepentimiento y con una actitud de empezar de nuevo y permitamos que él nos enseñe a utilizar eficazmente nuestro tiempo.
-Alvaro Adilio Sánchez Dávila.
Pastor de Ministerios Primitiva.
EL TIEMPO ES MÁS VALIOSO QUE EL ORO