
Una de las cosas que me costo al iniciar una relación con Dios era el rendirme. Siempre tuve la idea que ser cristiano era sinónimo de ser débil, y este concepto incremento cuando empecé a lograr muchas cosas en mi vida, abracé la idea que yo podía solo, que cualquier cosa que pasara yo tenia la inteligencia para enfrentarla, cualquier situación difícil y así empezó mi caída en el abismo del egocentrismo, del dolor y del odio.
Recuerdo una de tantas veces que mi mamá me iba a visitar a el restaurante donde yo trabajaba y mi actitud siempre fue desafiante, déspota porque habíamos pasado sucesos que habían marcado mi corazón y no había perdonado. Ellos luchaban porque me acercara a Dios y yo todo el tiempo los rechazaba, yo no permitía que mi papá se acercara pues no tenía una buena relación con el. Mamá siempre me daba el mismo mensaje: “Dios te ama” y esas heridas que te hacen actuar así ríndelas a Dios, El las puede sanar… Amigos yo por fuera me reía, pero por dentro esas palabras entraban como una flecha hasta lo más profundo de mi corazón, pero obvio mi orgullo era más grande, no podía demostrarle a nadie lo contrario (Menos a mis padres) …
Pero un día mamá empezó a llevarme cartas que ella escribía, yo siempre aparentando mi actitud déspota, pero en el momento que ellos se iban, yo me dirigía al baño del trabajo y abría las cartas, cada palabra que yo leía penetrába en mi interior y me hacían llorar, despertaba a esa realidad que dolía y que mi propio egocentrismo y odio me mantenían sedado…
En la cultura competitiva de hoy día, se nos enseña lo mismo, a no abandonar y a no ceder. Preferimos hablar de ganar, tener éxito, de la superación, de la conquista antes que, de ceder, someternos, obedecer, y rendirnos. Vivimos aparentando la mayoría del tiempo…
Tuve que tocar fondo, y aceptar mi realidad, mi dolor, mi fracaso, en ese lugar donde no había nadie a mi lado ahí donde ya había hecho pedazos todo, apareció Jesús, su presencia, su paz, su amor, su misericordia llenaron esa habitación de hospital, y sabes el fue el amigo que llegó cuando todos se fueron. Yo decidí rendirme a Jesús porque me cansé de vivir una vida plástica, quería vivir una vida con propósito y también entendí con todo mi proceso que la pelea encontrar de Dios es la única que debes perder si quieres ganar…
Rendirse a Dios es el centro del éxito y de la victoria. Cuando dejamos que ÉL tome el control, fomentando una amistad empezamos a ver su gloria, sus bendiciones, su fortaleza en cada situación adversa. Recuerde: Nos entregamos a Él por amor, no por miedo o por deber, porque él nos amó primero (1 Juan 4:19). ¡Sus planes son más grandes que los nuestros!
Es necesario reedificar nuestra relación con Dios, porque una de las razones por las que sentimos que no podemos cambiar o dejar eso, es porque nuestra relación con Dios esta distanciada u olvidada, entonces es momento de rendirnos, dejar que el tome el control y volver a sus brazos, a su presencia.
¿Y usted a quién va a rendirse?
Si no es a Dios será a las opiniones, al odio, a la tristeza, a las expectativas de otros, al dinero, al miedo, al egocentrismo, a la crisis etc.
Como dijo E.Stanley Jones: «Si no te rindes a Cristo, te rindes al caos.»
La vida se trata de rendirse a Dios no ante las crisis, cuando se apoyas en Él en medio de las crisis es cuando está demostrando que a pesar de sentirse débil sabe que en Dios obtendrá nuevas fuerzas y vendrá su victoria, póngalo en el primer lugar de su corazón.
Salmo 46:10 (DHH)
“¡Ríndanse! ¡Reconozcan que yo soy Dios! ¡Yo estoy por encima de las naciones! ¡Yo estoy por encima de toda la tierra!”
Pastor Alex Méndez / Conectando Vida
@alexmendezt
¿RENDIRME?